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Lección 9: EL CONFLICTO CÓSMICO | El amor de Dios y su justicia | Sección maestros

Lección 9:

EL CONFLICTO CÓSMICO

RESEÑA

Texto clave: Génesis 3:15

Enfoque del estudio: Génesis 3:1-4; Isaías 14:12-15; Ezequiel 28:12-19; Mateo 13:24-30; Juan 8:44; Apocalipsis 12:7-9.

Introducción: El Conflicto Cósmico afecta diariamente a todos los seres humanos y al universo en general. Satanás intenta usurpar el culto que se debe a Dios, pero será finalmente derrotado.

Temática de la lección

La lección de esta semana subraya tres importantes nociones:

El Conflicto Cósmico no es una batalla dualista entre poderes omnipotentes: El Conflicto Cósmico se centra en la perfección moral del carácter de Dios y no involucra a dos poderes iguales e independientes que luchan en una guerra sin fin, ya que Lucifer fue creado por Dios, pero decidió cuestionar el carácter de su Creador.

El Conflicto Cósmico involucra al pueblo de Dios: Todo el universo siente los efectos del Conflicto Cósmico. En el Cielo, Cristo fue el blanco principal de la rebelión de Lucifer. En el desierto, Satanás cuestionó la filiación divina de Jesús. Sin embargo, nuestro Señor salió victorioso y tiene el poder de convertirnos en hijos e hijas de Dios.

La resolución del Conflicto Cósmico no podía ser prematura: Llegará un día en que Dios acabará finalmente con el mal. Mientras tanto, se permite que el mal llegue a su madurez para que las falsas acusaciones hechas contra el gobierno divino puedan ser vistas en su verdadera luz por todos los seres creados.

Aplicación a la vida

¿De qué manera debería el hecho de que nos enfrentamos a diario a los efectos del Conflicto Cósmico hacernos aún más conscientes y dispuestos a depender de Dios en todo momento?

COMENTARIO

El Conflicto Cósmico no es una batalla dualista entre poderes omnipotentes

Existen distintas versiones del Conflicto Cósmico en diferentes círculos religiosos y filosóficos. Una versión no cristiana influyente es el dualismo. Como señala C. S. Lewis, el dualismo es "la creencia de que existen dos poderes iguales e independientes detrás de todas las cosas, uno bueno y el otro malo, y que este universo es el campo de batalla en el que están empeñados en una guerra interminable". Decir que estos poderes son igualmente independientes significa que ambos "han existido desde la eternidad" (Cristianismo, y nada más [Caribe, 1977], p. 53). Este combate dualista no es el tipo de conflicto cósmico que relata la Biblia. Desde una perspectiva bíblica, el que ahora se llama Satanás "fue creado por Dios, y [...] era bueno cuando fue creado y luego se desvió". A semejanza del dualismo, el cristianismo reconoce que nuestro "universo se halla en guerra". Pero, a diferencia del dualismo, no cree que se trate de "una guerra entre dos poderes [iguales en fuerza e] independientes", sino "una guerra civil, una rebelión, y nosotros vivimos en una parte del universo ocupada por los rebeldes" (Cristianismo, y nada más, p. 56).

Por lo tanto, en lugar de un conflicto cósmico librado entre dos poderes omnipotentes independientes, lo que tenemos es una rebelión de la criatura contra el Creador. A la luz del papel de la serpiente engañadora en Génesis 3, el Conflicto se centra en la percepción del carácter de Dios reflejado en su Ley. En otras palabras, ¿es Dios digno de confianza? ¿Podemos creer en sus aseveraciones? Obviamente, estas dos preguntas son cruciales para una relación amorosa. Es imposible desarrollar una relación genuina y profunda de amor con alguien en quien no se confía.

La rebelión de Lucifer contra Dios, que marcó el inicio del Conflicto Cósmico, comenzó en el Cielo y se puede apreciar en Isaías 14:12 al 15 y Ezequiel 28:12 al 19, especialmente si comparamos estos capítulos con Génesis 3 y Apocalipsis 12. Aunque esos pasajes de Isaías y Ezequiel se refieren en primera instancia a los reyes de Babilonia y Tiro respectivamente, "en cada pasaje hay un movimiento desde el ámbito local e histórico de los reyes terrenales al ámbito sobrenatural celestial que describe a Lucifer/Satán y el surgimiento del Gran Conflicto" (Richard Davidson, "Cosmic narrative for the coming millennium", Journal oftheAdventist Theological Society 11, N° 1-2 [2000], p. 107). En esencia, Lucifer desea exaltarse a sí mismo como si fuera Dios. Más concretamente, desea poseer mediante la usurpación el estatus y el poder de los que solo Dios es digno, pero no su carácter amoroso, dado que intenta exaltarse mediante la calumnia y la mentira (Gén. 3:4; Juan 8:44).

El Conflicto Cósmico involucra al pueblo de Dios

Aunque el Conflicto Cósmico comenzó en el Cielo con la rebelión de Lucifer contra Dios, con el tiempo involucró a todo el universo, específicamente a los ángeles (Apoc. 12:7-9) y a los seres humanos (Gén. 3). Cuando Eva cayó en la tentación del Diablo y Adán la siguió deliberadamente, nuestro mundo se convirtió en el escenario del Conflicto Cósmico. En un mundo pecaminoso, las criaturas humanas se enfrentan cada día a la existencia y los efectos de ese conflicto. Obviamente, este escenario también se refleja en la historia del pueblo de Dios a lo largo de la Escritura.

Si el Cristo divino ya era el blanco principal de la rebelión de Lucifer en el Cielo (Apoc. 12:7; ver también el capítulo "El origen del mal", de Patriarcas y profetas), su condición terrenal como nuestro Redentor, como nuevo representante del pueblo de Dios y como segundo Adán (Rom. 5:14; 1 Cor. 15:22,45), convirtió al Cristo encarnado en el blanco principal de los ataques intensificados de Satanás en el desierto.

Antes de relatar la tentación de Cristo, Lucas describe su bautismo y cómo Dios reafirmó que él era su Hijo: "Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco" (Luc. 3:22). A esto le sigue una lista genealógica que comienza con Jesús como "hijo de José" (vers. 23) y retrocede progresivamente (vers. 23-38) hasta Adán, "hijo de Dios" (vers. 38). Con este trasfondo en mente, el oyente o el lector atento del Evangelio ve cómo Satanás comienza sus tentaciones en el desierto cuestionando que Jesús sea "el Hijo de Dios" (Luc. 4:3), que es clara y precisamente lo que la voz divina dijo a Jesús unos versículos antes. Si tomamos a Adán como una referencia importante en la genealogía que precede inmediatamente a la narración de la tentación, existe una gran similitud entre esta y la tentación de la serpiente en el Edén, donde Eva también cuestionó, al menos en su mente, (ver Gén. 3:1, 4) una clara declaración que Dios les dirigió acerca de los resultados mortales de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, como se indica unos versículos antes (ver Gén. 2:17).

De esta manera, la narración de la tentación en el Evangelio muestra que tenemos una historia diferente acerca de la humanidad en Jesús, el nuevo Adán. Mientras que Adán cayó en la tentación del Edén, Jesús venció en la tentación del desierto. Su victoria abrió un nuevo horizonte para los hijos y las hijas de Dios en el Conflicto Cósmico en la medida en que Cristo es el nuevo Adán, es decir, el nuevo jefe de la familia humana.

En el Evangelio de Mateo, la narración de la tentación aparece justo después del relato del bautismo de Jesús. En lugar de la referencia global y abarcadora de Lucas a Adán, Mateo parece tener en mente al pueblo de Israel. La genealogía se centra en figuras como Abraham y David (Mat. 1:1-17), y el decreto de la matanza de los niños en el contexto de la historia de Jesús (Mat. 2:13-16) se hace eco de la historia de Moisés. La comparación con el pueblo de Israel se hace más enfática cuando observamos que todas las respuestas que Jesús dio al diablo en el desierto están tomadas de la experiencia de Israel en el desierto (Deut. 8:3; 6:16; 6:13). En resumen, donde Israel fracasó, Jesús salió victorioso, lo que abre un nuevo horizonte para el pueblo de Dios en el Conflicto Cósmico, ya que Cristo ocupa representativamente el lugar de un nuevo Israel.

La resolución del Conflicto Cósmico no podía ser prematura

La parábola del trigo y la cizaña en Mateo 13:24 al 30 indica, en la enseñanza de Jesús, la presencia de un conflicto cósmico acerca del Reino de los Cielos. El Enemigo es capaz de sembrar cizaña para que crezca junto con el trigo (la buena semilla). Esta siembra no solo es una acción maligna, sino también engañosa, ya que cualquier intento correctivo de arrancar inmediatamente la cizaña para resolver esta situación problemática puede poner en peligro el trigo (Mat. 13:29). Por esta razón, la necesaria distinción y separación entre ellos debe esperar hasta la siega, o Juicio Final (Mat. 13:30).

Cabe destacar que el relato de Elena de White acerca de la reacción de Dios ante Lucifer/Satán en las fases iniciales del conflicto cósmico en el Cielo sigue el mismo principio bíblico subrayado en la parábola del trigo y la cizaña. Al explicar por qué Dios no destruyó inmediatamente a Satanás, Elena de White señala que "la influencia del Engañador no habría quedado destruida del todo, ni el espíritu de rebelión habría sido extirpado por completo. Se debía permitir que el mal llegase a su madurez. Para el bien del universo entero a través de las edades sin fin, Satanás debía desarrollar más plenamente sus principios, para que todos los seres creados pudiesen ver en su verdadera dimensión los cargos contra el gobierno divino, para que la justicia y la misericordia de Dios y la inmutabilidad de su Ley pudiesen quedar para siempre más allá de todo cuestionamiento" (El conflicto de los siglos, p. 553).

APLICACIÓN A LA VIDA

Analiza las siguientes preguntas con tus alumnos:

1. ¿Cuál sería la mejor manera de explicar la naturaleza del Conflicto Cósmico a un no creyente, en vista de que todos enfrentamos los efectos de este conflicto?

2. Al reflexionar acerca de la forma en que Dios trata las falsas acusaciones del Diablo, resulta conmovedor su carácter amoroso y digno de confianza. ¿Cómo se manifiesta el carácter amoroso de Dios cuando construimos relaciones de confianza mutua con nuestros hermanos de iglesia?

3. Amar y confiar en alguien depende del carácter moral de la persona en cuestión. ¿Qué virtudes necesitas cultivar en tu propia vida, por la gracia de Dios, para reflejar su carácter?

4. Cuando las personas se distancian de Dios y dejan de tener una relación cercana con él, cambia su percepción del carácter divino. ¿Cómo podemos experimentar más activamente la presencia de Dios y exaltar sus atributos y su carácter amoroso ante los demás para evitar así este peligro?

 

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