Lección 1 | Lunes 31 de marzo
DIOS ES COMPRENSIBLE
Nada es tan frustrante como tener que comunicarse urgentemente en el extranjero, quizás en un centro médico o en una farmacia, sin dominar el idioma local. Sabes qué tienes que decir, pero careces del vocabulario adecuado para decirlo.
El problema de Dios para comunicarse con nosotros es otro. «Como es más alto el cielo que la tierra, así son mis caminos más altos que sus caminos, y mis pensamientos más que sus pensamientos» (Isa. 55: 9). El problema no es que Dios carezca del vocabulario necesario para comunicarse con nosotros, sino que nosotros carecemos del vocabulario y la capacidad intelectual necesarios para comprenderlo plenamente.
¿Qué sugieren los siguientes pasajes sobre el entendimiento o inteligencia de Dios en comparación con los nuestros?
Sal 139:1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.
Sal 139:2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos.
Sal 139:3 Has escudriñado mi andar y mi reposo,
Y todos mis caminos te son conocidos.
Sal 139:4 Pues aún no está la palabra en mi lengua,
Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.
Sal 139:5 Detrás y delante me rodeaste,
Y sobre mí pusiste tu mano.
Sal 139:6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;
Alto es, no lo puedo comprender.
Sal 147:5 Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;
Y su entendimiento es infinito.
Rom 11:33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
1Jn 3:20 pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.
Nunca entenderemos plenamente la mente de Dios, pues él es infinito y omnisciente. En verdad, ni siquiera podemos entender todo acerca de la Creación. ¿Cómo podríamos entonces entender completamente al Creador?
Aunque nunca entenderemos todo, podemos comprender lo necesario para nuestra salvación (ver 2 Tim. 3: 14, 15). Cuando los apóstoles explicaban el evangelio a sus audiencias, se referían con frecuencia a la profecía cumplida, de lo que podemos deducir que uno de los propósitos clave de la profecía es ilustrar el Plan de Salvación. De hecho, y en última instancia, la profecía bíblica debe conducirnos, de un modo u otro, a Jesús y a la promesa de salvación que él ofrece a toda la humanidad.
El Señor, por quien fueron creadas todas las cosas (ver Col. 1: 16; Juan 1: 1-3), descendió a esta Tierra y se ofreció como sacrificio en la Cruz por los pecados de todos los seres humanos. Dios nos ama a todos por igual y desea que conozcamos lo que nos ofrece en Jesús. La profecía puede hacer precisamente eso: dar a conocer su amoroso Plan de Salvación en favor de la humanidad.
Aunque hay mucho que no sabemos, ¿por qué es crucial enfocarnos en lo que sí conocemos y actuar en consecuencia en lugar de obsesionarnos por entender lo que no comprendemos?
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