Lección 2: EL GÉNESIS COMO FUNDAMENTO | Alusiones, imágenes y símbolos: Cómo estudiar la profecía bíblica | Sección maestros
RESEÑA
Texto clave: Juan 1:29
Enfoque
del estudio: Génesis 22:1-18; Juan 3:16.
Génesis, el primer libro de
la Biblia, contiene verdades fundamentales que abarcan el núcleo del mensaje
salvífico y profético de las Escrituras. Desde el relato cósmico de la Creación
(Gén. 1,2), en el que Dios convirtió el caos y el vacío en vida, hasta la
historia de José, en la que Dios obtuvo un resultado redentor de acciones
malvadas (Gén. 50:20), el libro de Génesis da testimonio del plan de salvación
de Dios. En la parte central del libro de Génesis, el relato de Abraham e Isaac
en el monte Moría (Gén. 22:1-18) establece los temas básicos de este plan
divino.
En la lección de esta
semana, descubriremos los diversos temas del plan de salvación de Dios que se
desprenden del dramático relato del "atamiento" (en hebreo: akedá), de
Isaac. El primer tema es el amor, del que se derivan todas las demás acciones
de Dios.
En este relato, la palabra
hebrea traducida como "amor" ('ahab) se utiliza por primera
vez en la Biblia en el discurso de Dios acerca del amor de un padre (Gén.
22:2).
El segundo tema de la akedá es
la expresión del amor de Dios mediante el sacrificio de su Hijo, prefigurado
por Isaac en su identificación con el cordero (Gén. 22:7-10).
El tercer tema es la
manifestación real del amor de Dios en la historia, concretamente, en el gran
conflicto que enfrentará al "Descendiente" con la serpiente y que
terminará con la victoria del "Descendiente" sobre el mal y la muerte
(ver Gén. 3:15). Este acontecimiento se perfila en la inesperada aparición del
"carnero" (Gén. 22:13) que prefigura el acontecimiento escatológico
del Día de la Expiación.
Es imposible entender el
amor de Dios, porque es imposible comprender "la anchura y la longitud, la
profundidad y la altura del amor de Cristo, que supera a todo
conocimiento" (Efe. 3:18, 19). Es significativo que el verbo 'ahab ("amar")
aparezca por primera vez en las Escrituras en referencia al amor de Abraham por
Isaac; es decir, el amor de un Padre por su "hijo único" (Gén. 22:2).
En el contexto particular del amor de Abraham por su hijo único, la calidad del
amor de Abraham por Dios iba a ser "puesta a prueba" y, por lo tanto,
revelada (Gén. 22:1; comparar con Gén. 22:12).
Pero no era solo el amor de
Abraham por Dios lo que iba a ser puesto a prueba y revelado. Durante la
experiencia personal de Abraham, también se le revelo el amor de Dios y así él
pudo comprender la profundidad del amor divino. Como explica Elena de White:
"Fue para grabar en la mente de Abraham la realidad del evangelio, así
como para probar su fe, que Dios le mandó sacrificar a su hijo. La agonía que
sufrió durante los oscuros días de aquella terrible prueba fue permitida para
que comprendiera por su propia experiencia algo de la grandeza del sacrificio
hecho por el Dios infinito en favor de la redención del hombre. [...] ¿Qué
mayor prueba se puede dar del amor y la compasión infinitos de Dios?" (Patriarcas
y profetas, p. 150; énfasis añadido).
Dios no le dio a Abraham una
explicación filosófica, teológica ni psicológica ele su amor. Más bien decidió
permitir que Abraham soportara (en su nivel finito) lo que Dios iba a soportar
(en su nivel "infinito"). Este paralelismo entre Abraham, que ofreció
a su "hijo único", a quien amaba, y Dios, quien ofreció a su Hijo
único, a quien "el Padre ama" (Juan 5:20), es refrendado por Juan,
quien utiliza el mismo lenguaje (intertextualidad) en su definición de
"amor": "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida
eterna" (Juan 3:16; comparar con 1 Juan 4:9).
Juan utiliza el título
"Cordero de Dios" para identificar a Jesús: "Al día siguiente
Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: '¡Este es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo!'" (Juan 1:29, comparar con Juan 1:36). Es interesante
y significativo que la referencia a un "cordero" aparezca por primera
vez en las Escrituras en el contexto de la historia del atamiento de Isaac para
referirse al sacrificio del "holocausto" (Gén. 22:7). Sin embargo, no
era la primera vez que se utilizaba un cordero como sacrificio. Abel debió
ofrecer un cordero en holocausto (Gén. 4:4; comparar con Núm. 18:17). Pero es
la primera vez que se menciona explícitamente la palabra se, "cordero".
También es el único pasaje de la Biblia hebrea en el que la palabra se, "cordero",
aparece con un artículo definido ("el cordero").
Todos los demás pasajes del Antiguo Testamento que contienen esta palabra la
utilizan en sentido indefinido. Este caso único atestigua una aplicación
especial y única. Isaac (con Abraham) se refiere a un cordero único que
trasciende a todos los demás.
El hecho de que Juan utilice
la palabra "cordero" en su Evangelio (Juan 1:29,36), y especialmente
en Apocalipsis (23 veces), en el sentido definido como "el cordero",
sugiere que Juan está aludiendo al "cordero" de la pregunta de Isaac:
"¿Dónde está el cordero?" (Gén. 22:7). Esta relación intertextual nos
permite conjeturar que "el cordero" de Isaac se refiere al Hijo de
Dios, tal como lo entiende Juan. De hecho, esta interpretación es confirmada
por la respuesta de Abraham a la pregunta de Isaac: "Dios se proveerá de
cordero para el holocausto" (Gén. 22:8).
La construcción de la frase
inicial de la declaración de Abraham en Génesis 22:8 es particularmente
reveladora. En primer lugar, aunque generalmente el idioma hebreo coloca
primero el verbo seguido del sujeto, aquí la palabra "Dios" es
colocada al principio de la frase, antes de la forma verbal, para enfatizar el
hecho de que la solución está solo en Dios. Es Dios quien proveerá. En segundo
lugar, esta frase de Génesis 22:8 ("Dios se proveerá") es una
construcción reflexiva que carece de la preposición et para
señalar a "el cordero" como el objeto directo de "proveer".
Es decir, se trata de una oración apositiva. En ese caso, la frase de Génesis
22:8 podría traducirse de la siguiente manera: "Dios se proveerá a sí
mismo como el cordero". En tal sentido, el cordero es identificado como
Dios. Así pues, el cordero al que se hace referencia aquí no es simplemente el
animal físico que Isaac tenía en mente, sino Dios mismo.
Isaac esperaba que Dios le
proporcionara un cordero. Sin embargo, en su lugar apareció un carnero:
"Abraham alzó sus ojos y vio detrás de sí un carnero" (Gén. 22:13).
La aparición del carnero remite al carnero del Día de la Expiación (Lev. 16:3,
5). De hecho, existe una conexión intertextual única entre este pasaje acerca
del sacrificio de Isaac y el texto que se refiere al Día de la Expiación. Más
que cualquier otro pasaje bíblico, el texto del atamiento de Isaac comparte un
lenguaje común con el texto del Día de la Expiación. Encontramos la misma
asociación de las palabras 'oíah, "holocausto" (Gén. 22:13; comparar
con Lev. 16:3, 5); ra'ah, "ver", "proveer", en la misma
forma pasiva nifal ["ser visto" o "ser
provisto"] (Gén. 22:14; comparar con Lev. 16:2); yyiqqaj, "tomó"
(Gén. 22:13; comparar con Lev. 16:5). Esta importante conexión intertextual
entre los dos pasajes indica que quien redactó la ordenanza acerca del Día de
la Expiación en Levítico 16 tenía en mente el texto que se refiere al sacrificio
de Isaac.
Por otra parte, cabe
destacar que el texto del atamiento de Isaac también está presente en el texto
de Daniel 8, que es una profecía precisamente relativa al Día de la Expiación
escatológico. La primera línea que introduce la visión de Daniel: "Alcé
mis ojos y vi un carnero" (vers. 3) alude claramente al texto del
sacrificio de Isaac, dado que la frase de Daniel es una cita de Génesis 22:13.
Esta alusión al texto del sacrificio de Isaac se ve reforzada por las
importantes conexiones intertextuales entre Levítico 16 y Daniel 8 (ver
especialmente el uso común del verbo ra'ah, "vio",
una palabra clave en ambos pasajes). A la luz de Daniel 8, entendemos, pues,
que el carnero del relato de la akedá apunta tipológicamente
al Día de la Expiación escatológico.
De hecho, esta perspectiva
cósmica se confirma en la bendición divina que concluye el texto de la akedá (Gén.
22:17). La bendición prometida por Dios se refiere no solo a la futura
descendencia del propio Abraham, sino también al futuro de las naciones. El
Señor promete que la descendencia de Abraham "se adueñará de las puertas
de sus enemigos" (RVR 95). Esta promesa hace referencia a la victoria de
Cristo sobre la serpiente y a la victoria de la vida sobre la muerte, predicha
en Génesis 3:15. El relato de la sujeción o atamiento de Isaac conduce, pues, a
la redención definitiva del pueblo de Dios durante el Día de la Expiación
escatológico (Comparar con Dan. 8:14).
Esta lección parece haberse
conservada en la Epístola a los Hebreos, que aplica la bendición final de la akedá (Heb.
6:14) al momento extraordinario del Día de la Expiación durante el cual el sumo
sacerdote podía ingresar "más allá del velo" (Heb. 6:19; comparar con
Lev. 16:2,15).
Lee los siguientes
comentarios sobre los silencios y las preguntas entre Abraham e Isaac en
Génesis 22:6 al 8. ¿Qué lecciones espirituales nos enseñan estos silencios y
preguntas?
Génesis 22:6: "Y los
dos siguieron caminando juntos" (NVI). La frase aparece dos veces (Gén.
22:6,8) y suena trágica ya que destaca el andar silencioso de padre e hijo.
En Génesis 22:7, la voz de
Isaac finalmente rompe el silencio: "Entonces Isaac dijo". Su diálogo
en estos dos versículos constituye la primera y única vez que Isaac habla en
esta historia: "Entonces Isaac dijo a su padre: 'Padre mío' " (Gén.
22:7). Cuando Isaac habla por primera vez, pronuncia inicialmente una palabra
hebrea: 'abi” Padre mío") que nos recuerda su relación ton
Abraham, quien se prepara para realizar el sacrificio. "Y él [Abraham]
respondió: '¿Qué, mi hijo?'" (Gén. 22:7). La frase "mi hijo" (beni) corresponde
a la expresión "padre mío" ('abi). A pesar del
sacrificio planeado, el padre ama a su hijo, y la intensidad de ese amor hace
que el sacrificio resulte aún más penoso (comparar con Juan 5:20).
"Isaac agregó: 'Aquí
están el fuego y la leña. Pero ¿dónde está el cordero para el
holocausto?'" (Gén. 22:7). Esta pregunta es otra forma de referirse a la
realidad indecible sin tener que expresarla explícitamente: "¿Soy yo el
cordero?"
Comentarios
Publicar un comentario