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Lección 2: EL GÉNESIS COMO FUNDAMENTO | Alusiones, imágenes y símbolos: Cómo estudiar la profecía bíblica | Libro complementario

 

Lección 2:

EL GÉNESIS COMO FUNDAMENTO

Muchos cristianos modernos, sobre todo en el mundo occidental, tienden a leer el libro del Apocalipsis aisladamente del resto de la Biblia. Existe la tendencia a tratar el Apocalipsis como un libro distinto a los otros 65 libros de las Escrituras. Para ser justos, hasta el propio Martín Lutero consideraba el Apocalipsis diferente al resto de la Biblia:

Primero y, sobre todo, los apóstoles no andan con visiones, sino que profetizan con palabras claras y sencillas, como también lo hacen Pedro, Pablo y Cristo en el evangelio, pues así corresponde también al ministerio apostólico hablar de Cristo y su obra, de una manera clara, sin imágenes o visiones. No hay tampoco profeta en el Antiguo Testamento, y menos aún en el Nuevo, que trate tan exclusiva e íntegramente de visiones e imágenes. Por esto, por mi parte lo considero muy similar al Cuarto libro de Esdras. De ninguna manera me da la impresión que es obra del Espíritu Santo.5

Lutero se sentía tan desconcertado por el contenido del libro del Apocalipsis, que estuvo tentado de descartarlo como un libro apócrifo no esencial para el canon. Criticó los elogios de Jerónimo al Apocalipsis, diciendo:

Muchos de los Padres antiguos han desaprobado el libro; y aunque San Jerónimo se refiere a él en términos elogiosos diciendo que está por encima de todo encomio y contiene tantos misterios como palabras, sin embargo, no puede dar prueba alguna al respecto, y su elogio es en muchos lugares excesivamente generoso.1

Aun así, Lutero no estaba lo suficientemente seguro de ello como para excluir el Apocalipsis de su traducción del Nuevo Testamento.7 Mucha gente hoy en día sigue manteniendo el Apocalipsis a distancia porque les cuesta entenderlo. Pero es precisamente la tendencia a tratar el Apocalipsis como algo ajeno lo que genera confusión. Aproximadamente dos tercios del lenguaje, los símbolos y las imágenes, que se encuentran en el último libro de la Biblia proceden del Antiguo Testamento, y una vez que se ha profundizado en las Escrituras del Antiguo Testamento, gran parte del Apocalipsis empieza a tener sentido.

Uno de los libros esenciales para desentrañar el último libro de la Biblia es el primero. En concreto, los once primeros capítulos del Génesis aportan una enorme cantidad de material fundamental que no solo ayuda a desentrañar el Apocalipsis, sino gran parte del resto de las Escrituras. Los conceptos y las imágenes que se exponen en los primeros capítulos de la Biblia esclarecen en gran medida los acontecimientos que tendrían lugar muchos siglos después. Casi ninguna porción de la Biblia se sostiene por sí sola; el sabio estudiante de la Biblia debería preguntarse siempre, independientemente del pasaje que tenga entre manos: "¿Dónde he oído esto antes?". Esa pregunta suele llevarnos a los libros de Moisés, la Torá.

LA PRIMERA MENCIÓN DEL CORDERO

Con frecuencia, los estudiantes de la Biblia hacen referencia a la "regla de la primera mención". Algunos la llaman la ley de la primera mención, pero se trata más de un principio general, con muchas excepciones a la regla, que de una ley concreta que siempre sea aplicable. Este principio sugiere que la primera vez que un concepto, un término o un símbolo aparece en las Escrituras, resulta especialmente importante para desarrollar una comprensión sólida de ese mismo concepto en otras partes de las Escrituras.

La primera vez que la Biblia menciona un cordero es en la misma narración en la que se menciona por primera vez el amor: el relato de cuando Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac. Es una historia que horroriza a mucha gente, y a los escépticos les encanta señalarla al tiempo que sugieren que, si Dios existe de verdad, debe tener serios problemas de carácter para exigirle semejante acto a un hombre al que consideraba su amigo personal (ver Isa. 41:8). Pero no solo los escépticos lidian con ella; el teólogo y filósofo danés del siglo XIX S0ren Kierke-gaard lidió con ella al punto de publicar Temory temblor, un libro dedicado enteramente a esta historia.

A diferencia de numerosos apologistas cristianos que recurren a métodos empíricos o racionalistas para defender la fe, Kierkegaard optó por un planteamiento diferente, que algunos califican de absurdista. Es inútil, sugirió, esforzarse demasiado por comprenderlo. "No puedo comprender a Abraham —escribió—, ni, en cierto sentido, aprender nada de él sin asombro. Si alguien espera que le bastará con considerar el curso de esta historia para poder ingresar con mayor facilidad en la fe, se está engañando a sí mismo y tratando de engañar a Dios en lo concerniente al primer movimiento de la fe".2 No podemos comprenderlo verdaderamente, sugirió, simplemente debemos resignarnos a ello.

Desde luego, a Kirkegaard no se le escapó la tipología cristo-lógica de la historia, y era un gran pensador, pero los eruditos en profecía bíblica podrían estar en mejores condiciones que él para entenderla. Esta es la primera mención de un cordero,9 lo que significa que probablemente deberíamos ir más despacio y prestar más atención, ya que sienta las bases para entender la innumerable cantidad de corderos que aparecerán a lo largo del resto de la Biblia. "Isaac agregó: 'Aquí están el fuego y la leña. Pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?'" (Gén. 22:7). La respuesta de Abraham, quizá inadvertidamente, responde a la pregunta". "Dios proveerá del cordero" (vers. 8).

Los elementos de este relato aluden inequívocamente a Cristo. Viajaron a una montaña en la tierra de Moriah, el mismo lugar del Gólgota. El padre entrega al "hijo único" que ama. Abraham pone la leña para el altar sobre los hombros de Isaac, y el hijo la lleva al lugar de su inminente ejecución. Entonces, cuando el cuchillo se alza sobre el hijo dispuesto, el "Ángel del Señor", un término empleado comúnmente en el Antiguo Testamento para referirse a Cristo preencarnado, lo detiene y le proporciona un sustituto. Abraham nombra el lugar "el Señor proveerá", que describe cómo se salvan los seres humanos pecadores: solo a través de la provisión de Cristo. Más adelante, cuando Juan hace la primera referencia a un Cordero en su Evangelio, en la escena en la que el Hijo único de Dios se da a conocer, encontramos a Juan el Bautista respondiendo literalmente a la pregunta de Isaac: ¿dónde está el Cordero? Su respuesta es: "¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29). Entonces una voz del cielo anuncia lo que Abraham seguramente dijo de su propio hijo en muchas ocasiones: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mat. 3:17). La historia del sacrificio de Isaac nos lleva a un nivel de comprensión mucho más amplio. Nos da una vislumbre de lo que siente nuestro Padre celestial por los estragos del pecado y del Hay quienes creen que la primera alusión a un cordero aparece en Génesis 3, cuando Dios viste a Adán y Eva con pieles. Sugerir que se trataba de pieles de cordero suena lógico, ya que se ajustaría perfectamente al simbolismo de aquel acto. Si un animal tenía que morir para cubrir la desnudez de Adán, su culpa, ¿qué otro animal iba a ser si nos un cordero? Pero la Biblia no identifica explícitamente al animal en ese relato. dolor que le produjo que la solución requiriera la vida de su Hijo. Así como a Abraham se le pidió que pusiera todo sobre el altar, Dios mismo dio todo lo que tenía para salvarnos.

MÁS PRIMERAS MENCIONES

El libro del Génesis está repleto de este tipo de primeras menciones. Además de presentarnos el sistema de sacrificios, descubrimos la horrible naturaleza de la muerte: el primer funeral no fue el de un hijo enterrando a sus padres, sino al revés, lo que nos recuerda que la muerte no forma parte del orden natural. La muerte de Abel, que nos ofrece la primera referencia bíblica sobre la sangre (Gén. 4:10), también pone de manifiesto la dolo-rosa realidad de que la muerte llegó al mundo de nuestra mano, un hecho que Pablo expresó muchos siglos después: "por cuanto la muerte entró por un hombre" (r Cor. 15:21). Dios no tiene la culpa de este desastre, pero por amor revierte nuestra situación con otra muerte absolutamente horrible y antinatural: la de su propio Hijo, Dios encarnado, asesinado por manos humanas, asesinado por sus hermanos.

El Génesis nos ofrece una multitud de primeras veces. En él encontramos por primera vez el concepto de un Dios Creador. Es donde vemos por primera vez el matrimonio (Gén. 2:23, 24), que nos brinda el ideal de Dios para esta institución, pero también nos señala al Novio supremo, que se convierte en "hueso de mis huesos y carne de mi carne" en la encarnación a causa de su intenso deseo de casarse con nosotros. Conocemos a los ángeles por primera vez. Leemos por primera vez sobre la oración. Presenciamos el nacimiento del gobierno humano. Se nos proporciona la identidad de la gran serpiente que aparece más tarde en Apocalipsis 12: es la que engañó en un principio a la raza humana y lo hará una última vez antes del regreso de Cristo. Y todas estas primeras veces enriquecen poderosamente todos estos conceptos por el resto de las Escrituras.

En resumen, casi ningún pasaje de la Biblia existe de forma aislada. William Miller descubrió que esta es la piedra angular que abre incluso los pasajes más misteriosos de Daniel y el Apocalipsis. Esta fue la poderosa herramienta que impulsó a la iglesia remanente a convertirse en un movimiento global: su mensaje se apoyaba claramente en los más de 3.500 años de historia que abarcan las Escrituras. Ni una sola palabra de Apocalipsis 14 es original; casi todas las ideas presentadas en los mensajes de los tres ángeles están ancladas en la antigüedad, lo cual le inspira una humilde confianza al creyente. Cuanto más de cerca se examina la verdad, más veraz esta resulta. Cuando uno encuentra que la comprensión del Apocalipsis está entretejida en los otros 65 libros, lo más probable es que estamos en el camino correcto.

EL USO CORRECTO DE LA TIPOLOGÍA

El estudiante de la Biblia, no obstante, debe tener en cuenta una serie de precauciones a la hora de poner en práctica la regla de la primera mención. Como ocurre en el caso de las parábolas de Cristo, es posible que nos pongamos a analizar minuciosamente todos los detalles de un pasaje concreto en un intento de encontrarle sentido a todo. Los tipos de la Biblia son símbolos, no copias idénticas de aquello a lo que apuntan. Si no somos cuidadosos podemos caer fácilmente en lo absurdo: los corderos son cuadrúpedos, comen hierba, balan, etc., aspectos que no nos enseñan nada sobre Cristo. Es importante mantener la vista a diez mil metros de altura, aferrándonos al cuadro más amplio como aprendizaje.

También es importante asegurarnos de no utilizar la tipología que hemos encontrado en la primera mención para espiritualizar el significado obvio de los pasajes posteriores que la utilizan. Durante los inicios del cristianismo en el norte de África, en los salones académicos de Alejandría había una tendencia a convertir en alegorías muchas de las narraciones históricas de la Biblia. Estos primeros cristianos estaban ansiosos por convencer a los filósofos griegos de que las Escrituras cristianas eran tan sofisticadas como los mitos de los que los griegos derivaban principios filosóficos clave, pero en el proceso, empezaron a comprometer la forma en que leemos las Escrituras.3

Orígenes fue una figura clave en este proceso, contribuyendo al nacimiento de una variedad del cristianismo que trata importantes relatos históricos bíblicos como si fueran meras parábolas. Algunos defensores de la evolución teísta, por ejemplo, aluden a Orígenes cuando insisten en que la historia presentada en los primeros capítulos del Génesis no se debe tomar en sentido literal, sino figurado. Orígenes escribió:

Y ¿quién es tan ignorante como para suponer que Dios, como si fuera un granjero, plantó árboles en el paraíso, en el Edén hacia el este, y el árbol de vida en él, esto es, un árbol de madera visible y palpable, de manera que cualquiera que comiera de él con dientes corporales obtuviera la vida, y, del mismo modo, comiendo de otro árbol llegara al conocimiento del bien y del mal? Nadie, pienso, puede dudar que la afirmación de que Dios anduvo al atardecer en el paraíso, y que Adán se escondió bajo un árbol, se narra en sentido figurado en la Escritura, y que algún significado místico puede ser indicado por ello."

A partir de ahí, Orígenes pasa a cuestionar la historia de Caín, sugiriendo que es físicamente imposible apartarse de la presencia del Señor (Gén. 4:16). En su lugar, sugiere que debemos leerla historia alegóricamente (en otro capítulo retomaremos la historia de Caín, ya que esta representa otra importante primera mención que resulta ser básica para comprender un concepto fundamental).

Estos primeros padres alejandrinos no carecían de mérito: con frecuencia hay valiosas lecciones alegóricas que podemos extraer de las Escrituras. Por ejemplo, en Gálatas 4:21-31 Pablo presenta una alegoría basada en el relato de Agar y Sara El problema de los padres alejandrinos fue que hicieron que el significado literal de las historias pasara a un segundo plano, o lo descartaron por completo, quedándose únicamente con las alegorías. Del mismo modo, podemos dejarnos fascinar tanto por la tipología de un relato que empecemos a restarle importancia a la narración histórica real. Es importante recordar constantemente que en muchos relatos suceden ambas cosas: se trata de relatos históricos reales que Dios utiliza para presagiar aspectos clave del plan de salvación. A veces, perdernos en el simbolismo puede ser un error.

Un famoso predicador de antaño solía repetir: "Si el sentido literal tiene sentido, no le busques otro sentido, o acabarás sin sentido". En gran parte tenía razón, pero la verdad es que en lo que respecta a los relatos bíblicos, podemos encontrar más de una lección, y en el caso del libro del Apocalipsis, debemos mirar los relatos históricos del Antiguo Testamento y buscar en ellos el sentido subyacente para desentrañar el significado que Juan hace de ellos para desvelar la historia futura de la era cristiana.

Por último, también es importante entender que no todas las primeras menciones que aparecen en la Biblia son relevantes, y que a veces la regla de la primera mención simplemente no aplica. Si no tenemos cuidado, podemos terminar inventando lecciones alegóricas donde Dios no las pretendía.


1  Ibid.

2 " Seren Kierkegaard, íemory temblor (Luarna Ediciones) p. 137.

3 No fueron los únicos: pensadores judíos como Filón hicieron lo mismo, mezclando la cosmología griega con la interpretación bíblica del universo. " Orígenes, Tratado de los Principios, ed. por Alfonso Ropero (CLIE, 2002), p. 321.

 





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