Lección 1 | Domingo 29 de junio
EL PUEBLO DE DIOS EN EGIPTO
El libro de Éxodo es conocido como
shemot (“nombres”) en hebreo, en armonía con las palabras iniciales de ese
antiguo documento que comienza con la expresión: “Estos son los nombres...”, en
referencia a los de la familia del patriarca Jacob que se enumeran desde el
principio.
Lee Éxodo 1:1 al 7. ¿Qué verdad crucial se expresa aquí?
Éxo 1:1 Estos son los
nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró
con su familia:
Éxo 1:2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,
Éxo 1:3 Isacar, Zabulón, Benjamín,
Éxo 1:4 Dan, Neftalí, Gad y Aser.
Éxo 1:5 Todas las personas que le nacieron a Jacob
fueron setenta. Y José estaba en Egipto.
Éxo 1:6 Y murió José, y todos sus hermanos, y toda
aquella generación.
Éxo 1:7 Y los hijos de Israel fructificaron y se
multiplicaron,(A) y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y
se llenó de ellos la tierra.
El libro de Éxodo comienza con un
recordatorio de la bendición de Dios. Cuando el patriarca Jacob y su familia se
establecieron en Egipto eran solo setenta personas (Gén. 46:27; Éxo. 1:5), pero
los israelitas “crecieron y se multiplicaron. Se aumentaron y fortalecieron en
extremo, y llenaron el país” (Éxo. 1:7). En la época del éxodo eran “como
seiscientos mil hombres de a pie, sin contar las mujeres y los niños” (Éxo.
12:37).
Lee Éxodo 1:8 al 11. ¿Cuál era la situación de los
israelitas en el momento del éxodo?
Éxo
1:8 Entretanto, se levantó sobre Egipto
un nuevo rey que no conocía a José;(B) y dijo a su pueblo:
Éxo
1:9 He aquí, el pueblo de los hijos de
Israel es mayor y más fuerte que nosotros.
Éxo
1:10 Ahora, pues, seamos sabios(C)
para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él
también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la
tierra.
Éxo
1:11 Entonces pusieron sobre ellos
comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para
Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.
El texto bíblico describe con tonos
oscuros la historia de los hijos de Israel en Egipto, ya que comienza con su
esclavitud a manos de los capataces egipcios y el trabajo opresivo que se les
impuso. Sin embargo, el libro de Éxodo termina con la presencia apacible y
reconfortante de Dios en el Tabernáculo, en el centro del campamento israelita
(ver Éxo. 40). Entre estos dos polos opuestos se describe el triunfo de Dios.
Al liberar el Señor a su pueblo de la esclavitud, al abrir el Mar Rojo y al
derrotar al ejército más poderoso de la época, se revela la espectacular victoria
de Dios sobre las fuerzas del mal.
El relato destaca la paradoja de que,
cuanto más afligían los opresores a los israelitas, “tanto más se multiplicaban
y crecían” (Éxo. 1:12). Es decir, independientemente de las maquinaciones
humanas, Dios sigue siendo soberano y salvará a su pueblo aunque las
circunstancias parezcan desesperadas, al menos desde una perspectiva humana.
Surgió un nuevo rey que
no conocía a José. ¿Qué nos enseña este relato acerca del error de dar por
sentadas las circunstancias, especialmente las buenas?
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