Lección 1: OPRESIÓN: EL TRASFONDO Y EL NACIMIENTO DE MOISÉS | El Éxodo: Viaje a la tierra prometida | Sección maestros
Lección 1:
OPRESIÓN: EL TRASFONDO Y EL NACIMIENTO DE
MOISÉS
RESEÑA
Texto clave:
Éxodo 2:23-25.
Enfoque del estudio:
Éxodo 1:1-2:25.
Introducción
Esta primera lección resume
la larga historia del pueblo de Dios en Egipto, desde la época de José, cuando
Israel prosperó enormemente, hasta su esclavitud bajo el cruel faraón que
ordenó la ejecución de todos los varones hebreos recién nacidos. Sin embargo,
Dios siempre interviene cuando las fuerzas del mal intentan destruir a su
pueblo, pues es su Salvador. En aquella ocasión, el Señor envió a un
libertador: su siervo Moisés, cuya milagrosa protección al nacer condujo a su
extraordinaria inclusión en la familia del faraón como hijo adoptivo. Durante
los primeros cuarenta años de su vida, Moisés recibió la mejor educación,
primero de su madre y luego en las escuelas egipcias. Aunque fue entrenado para
ocupar el trono de Egipto y convertirse en un gran líder, Moisés terminó en la
casa de Jetro a causa de sus errores y por la providencia de Dios. Allí se casó
y se convirtió en pastor de ovejas.
Temática de la lección
Es necesario celebrar el
cumplimiento de las promesas de Dios y las bendiciones de la prosperidad. Los
corazones agradecidos reconocen el amor y el cuidado de Dios, y que él es quien
bendice y concede prosperidad y éxito. Sin embargo, no debemos perder de vista
el hecho de que Dios, no nuestros logros, es el responsable de nuestra
prosperidad. Olvidar que todo lo que tenemos pertenece en última instancia a
Dios puede hacernos caer en la envidia y en el intento de controlar y destruir
la buena obra que Dios trata de hacer por nuestro intermedio para salvar a los
demás.
Las oraciones tienen
diversas funciones. No solo sirven para alabar al Señor por su bondad hacia
nosotros, sino también expresan peticiones y clamores de personas heridas,
oprimidas, desesperadas y maltratadas que necesitan ayuda. Las personas
malvadas pueden atentar contra los derechos de los demás, pero Dios promete
ayudar a quienes resultan así perjudicados.
La buena noticia es que Dios
escucha nuestro clamor desesperado en procura de perdón, de su presencia y de
su intervención. Él ve nuestras luchas, nota nuestras lágrimas, comprende
nuestra agonía y responde a nuestros gemidos.
Los oprimidos, perseguidos,
explotados y marginados pueden identificarse con los relatos históricos del
libro de Éxodo y aprender en virtud ellos que no están solos. Dios está con
ellos a pesar del aparente silencio divino. La presencia invisible del Señor y
las promesas bíblicas tienen el propósito de brindarles consuelo y la seguridad
de la salvación. Dios recuerda su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Dios es
fiel, cumple lo que promete e interviene a su debido tiempo, aunque el tiempo
divino es a menudo diferente de nuestros finitos deseos y expectativas.
COMENTARIO
El gran personaje del libro
de Éxodo no es Moisés, sino Dios y su liderazgo en la vida de aquel y de
Israel. Éxodo comienza con la imagen de las bendiciones de las que Dios hizo
objeto a la familia de Jacob: solo eran setenta individuos cuando siguieron a
José a Egipto, pero llegaron a ser muy numerosos (Éxo. 1:7), de acuerdo con la
promesa hecha por Dios a Abram (Gén. 15:5).
Sin embargo, la prosperidad
de Israel se convirtió en un problema. El nuevo faraón egipcio sintió celos y
temor de Israel, por lo que los esclavizó mediante el trabajo duro y la
opresión. El escenario histórico más probable de estos dramáticos acontecimientos
se ubica durante la época en la que gobernaba la XVIII dinastía egipcia. Amosis
(1570-1546 a. C.), el primer faraón de esta dinastía, pudo ser quien no
reconoció los logros de José (Éxo. 1:8) y esclavizó a los israelitas. La
situación del pueblo de Dios decayó rápidamente, ya que pasó de la prosperidad
y la libertad a una abyecta esclavitud a las órdenes de duros amos (Éxo.
1:11,13,14). El responsable de este drástico cambio fue Amenhotep I(1546-1526
a. C.). Sin embargo, cuanto más se oprimía a los israelitas, más aumentaba su
número (Éxo. 1:12), por lo que creció la presión sobre el faraón para que
sometiera al pueblo de Dios mediante trabajos forzados.
Esta cadena de crueldad y
opresión faraónicas culminó durante el cruel reinado de Tutmosis I(1525-1512 a.
C.), quien promulgó el despiadado decreto para se diera muerte a todos los
varones hebreos recién nacidos (Éxo. 1:22). Si el éxodo ocurrió en marzo de
1450 a. C., Moisés debió nacer ochenta años antes, en el año 1530 a. C.,
durante el gobierno de Tutmosis I. Este faraón tuvo una hija que se convirtió
en la reina Hatshepsut (1503-1482 a. C.). Ella fue quien adoptó a Moisés y le
dio ese nombre. Hatshepsut murió mientras Moisés estaba en Madián. El marido de
Hatshepsut, Tutmosis II (1512-1504 a. C.), tuvo un hijo de una concubina,
Tutmosis III (1504-1450 a. C.), que fue el faraón del éxodo. El faraón
Amenhotep II (1450-1425 a. C.), quien no era el primogénito de Tutmosis III,
fue corregente con su padre durante más de dos años y tuvo un hijo, su
primogénito, que murió en ocasión de la décima plaga. El faraón Tutmosis IV
(1425-1417 a. C.), quien sucedió a Amenhotep II en el trono, no era su hijo
mayor, como indica la inscripción de la Estela de la Esfinge. De esta manera,
los datos bíblicos pueden armonizarse con la evidencia extrabíblica.
El nombre egipcio de Moisés
está en armonía con este período histórico, ya que es similar al nombre de
Tutmosis y significa "nacido de” o "sacado de”. Su nombre completo
probablemente era Hapi-mosis (Hapi era el dios del río Nilo), pero al referirse
a sí mismo y escribir bajo la inspiración de Dios, Moisés eliminó la primera
parte de su nombre, señal de su negativa a ser asociado con el dios del Nilo.
El nacimiento de Moisés
(Éxo. 2:1-10) es un punto de inflexión en el flujo de la historia de Israel. El
pueblo de Dios oraba en su desesperada situación pidiéndole ser liberado de la
esclavitud. El Señor respondió a sus súplicas con el nacimiento de Moisés. La
intervención milagrosa de Dios para proteger la vida de Moisés en esta
circunstancia particular solo fue posible en colaboración con sus padres y
María, su hermana. Esto muestra que Dios utiliza instrumentos humanos para
hacer avanzar su causa y cumplir sus propósitos.
En medio de las dificultades
y del sufrimiento, debemos fijar nuestros ojos en Dios y confiar en él, en su
liderazgo y en su sabiduría, pues él nunca abandonará a sus hijos. Él está con
ellos en medio de la opresión y la persecución. Conoce las lágrimas de los
maltratados y heridos, y sufre con ellos. El profeta Isaías declara con acierto
que Dios se conduele de todas nuestras aflicciones (Isa. 63:9). Su solidaridad
con nosotros es firme e irrevocable. Sufre cuando sufrimos, y participa de
nuestra angustia y dolor. Él está de parte de quienes son injustamente
perseguidos (Mat. 5:10). Es un Señor misericordioso y clemente. Es paciente con
nosotros y sufrió en la cruz para asegurar nuestra salvación. Por el contrario,
los opresores, maltratadores y transgresores experimentarán el juicio divino de
condenación y destrucción final. En este contexto, recordemos la perspicaz
declaración de Elena de White: "En la vida futura se aclararán los
misterios que aquí nos han preocupado y desilusionado. Veremos que las oraciones
que nos parecían desatendidas y las esperanzas defraudadas figuraron entre
nuestras mayores bendiciones" (El ministerio de curación, p. 376).
Las parteras Sifra y Fúa
fueron modelos de fidelidad. Puesto que reverenciaban a Dios, no temían la ira
del faraón. Su respeto por el Dios de la vida hizo que respetaran la vida
humana. Se negaron a matar a los varones hebreos recién nacidos. Sabían que la
vida es un don de Dios, así que rechazaron las órdenes del faraón.
La Biblia no dice mucho
acerca de los primeros cuarenta años de la vida de Moisés (Hech. 7:23), salvo
estos detalles destacados: (a) Moisés se convirtió en el hijo de la hija del
faraón; (b) cuando creció, mató a un egipcio que estaba golpeando a un hebreo;
(c) disputó con un hebreo que golpeaba a otro hebreo; (d) fue posteriormente a
Madián, donde se quedó con el sacerdote Jetro y se casó con Sófora, la hija de
este; y (e) engendró a Gersón.
El punto principal de la
lección de esta semana es la frase "y se acordó [Dios] de su pacto",
parte de nuestro texto clave: "Dios oyó su gemido, y se acordó de su pacto
con Abraham, Isaac y Jacob" (Éxo. 2:24). La fidelidad de Dios a las
promesas de su pacto confiere estabilidad a las relaciones entre él y su
pueblo. Él cumple su parte a pesar de nuestra infidelidad. El pacto de Dios
constituye el establecimiento legal de una relación entre Dios y sus
seguidores.
Sin embargo, su promesa de
prosperidad pactual parecía no cumplirse, ya que su pueblo no prosperaba, sino
que sufría. La afirmación de que Dios "se acordó de su pacto" no
significa que hubo un lapsus en la memoria de Dios o que se olvidó de su pueblo,
ya que intervino en favor de ellos en el momento indicado. Dios se comprometió
a hacer de Abraham una gran nación. Por lo tanto, y en cumplimiento de esa
promesa, libertó a los oprimidos israelitas pues había prometido bendecir a la
posteridad de Abraham.
En estos dos versículos
finales (2:24, 25), el término Elohim designa cuatro veces al Dios poderoso que
realiza cuatro acciones: "oyó" , "se acordó" ,
"miró" y "reconoció". Estos versículos subrayan el
conocimiento que Dios tiene de la situación, su cuidado y su disposición a
actuar en favor de su pueblo. Ya no demorará su ayuda. Cambiará el curso de la
historia porque ha llegado el momento de su intervención. En su misericordia,
Dios dirá "no" a la opresión sufrida por sus seguidores para que
puedan servirlo y manifestar su gratitud por el don de la libertad. Por lo
tanto, la gracia de Dios triunfa sobre la violencia, la opresión y la
esclavitud.
APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Cómo te sientes cuando
alguien te pasa por alto, te hiere, te explota o abusa de ti? Estas profundas
decepciones y aflicciones pueden ayudarte a simpatizar con quienes atraviesan
experiencias similares en la vida. ¿Cómo puedes animar eficazmente a esas personas
que sufren? ¿Cuál es el mejor remedio para las decepciones de la vida?
2. ¿Cómo puedes responder
eficazmente al abuso de poder en tu lugar de trabajo o en la iglesia?
3. Imagina qué habría
ocurrido si los padres de Moisés y María no hubieran confiado en Dios y no
hubiesen tenido el valor de esconder a su bebé. ¿Qué habría ocurrido con el
plan de Dios? ¿Cómo habría reaccionado Dios en esa hipotética situación?
¿Habría surgido otro Moisés?
4. ¿Cómo fue posible que
Moisés, después de tantos años de vivir en el lujo y en un hogar pagano,
decidiera sufrir junto al pueblo de Dios?
5. Quienes se inclinan ante
Dios no tienen por qué temer presentarse ante los reyes. Han puesto la voluntad
de Dios en primer lugar en su vida; por lo tanto, siguen adelante con valentía
y arrojo para obedecer los mandamientos de Dios. ¿Qué significa que Moisés no
temía al faraón pero reverenciaba a Dios? ¿Cómo entiendes la paradójica
afirmación de que Moisés fue fiel a Dios porque vio "al invisible'’ (Heb.
11:27)? ¿Cómo puedes ver a Dios con los ojos de la fe?
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