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Lección 3: UN COMIENZO DIFÍCIL | El Éxodo: Viaje a la tierra prometida | Sección maestros

Lección 3:

UN COMIENZO DIFÍCIL

RESEÑA

Texto clave: Éxodo 5:1, 2.   

Enfoque del estudio: Éxodo 5:1-23    Éxodo 6:1-30    Éxodo 7:1-7   

Introducción

La situación de Israel cambió de manera inesperada. Dios prometió que sacaría a su pueblo de Egipto, pero en lugar de eso vieron cómo su vida empeoraba. El faraón les exigía cosas que no eran razonables. Además, se negó a dejar que los israelitas fueran a adorar a Dios. Las circunstancias eran tan malas que los israelitas "no escuchaban" a Moisés "a causa de la congoja de espíritu y de la dura servidumbre" (Éxo. 6:9). Aun así, Dios pidió a Moisés que hablara de nuevo con el faraón. Pero Moisés se opuso dos veces a la orden de Dios: "¿Cómo me escuchará Faraón" (Éxo. 6:12, 30) cuando ni siquiera los israelitas prestan atención a lo que digo pues soy "torpe de palabra"? (Éxo. 6:12).

Esta sección del libro de Éxodo (Éxo. 5:1-7:7) contiene diferentes diálogos entre individuos y grupos, y prepara el escenario para el gran despliegue de la gloria de Dios, como se observa a continuación:

1. Moisés y Aarón hablan con el faraón (Éxo. 5:1-5).

2. El faraón habla con los amos de los esclavos y los supervisores israelitas (Éxo. 5:6-9).

3. Los amos de los esclavos y los supervisores israelitas hablan con el pueblo (Éxo. 5:10-14).

4. Los supervisores israelitas hablan con el faraón (Éxo. 5:15-18).

5. Los supervisores israelitas hablan con Moisés y Aarón (Éxo. 5:19-21).

6. Moisés habla con el Señor (Éxo. 5:22-6:8).

7. Moisés habla con el pueblo (Éxo. 6:9).

8. El Señor habla con Moisés (Éxo. 6:10-12).

Estos diálogos van seguidos de declaraciones según las cuales el Señor habló con Moisés y Aarón (Éxo. 6:13, 26, 27). Entre estas declaraciones se intercala la lista de familiares de Moisés y Aarón (Éxo. 6:14-25). Luego, se registra nuevamente el diálogo entre Moisés y el Señor como preludio de las diez plagas (Éxo. 6:28-7:5). En la parte final de esta sección, se destaca positivamente la obediencia de Moisés y de Aarón, quienes hicieron exactamente lo que el Señor les había ordenado (Éxo. 7:6). Junto con la aprobación divina se mencionan las edades de ambos líderes: Moisés tenía 80 años; y Aarón, 83 (Éxo. 7:7).

Podemos concluir, pues, que no existe la jubilación en el servicio a Dios, quien necesita que todos colaboren estrechamente con él para el avance de su causa: jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, niños y adultos, libres y esclavos, ricos y pobres, educados e incultos, personas con posiciones influyentes en altos cargos y trabajadores en general. Cada uno puede hacer su parte, y juntos podemos cumplir la misión que Dios tiene para nosotros.

Temática de la lección

A pesar de que el faraón respondió con un rotundo "no" a la exigencia de Dios de dejar ir a su pueblo, el Señor preparó una salida para ellos, quienes habían perdido la fe. Incluso Moisés discutió con Dios y le preguntó por qué la situación había empeorado: "¿Por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?" (Éxo. 5:22). La razón de este severo reclamo radicaba en el hecho de que, tras el primer encuentro directo con el faraón, las circunstancias se complicaron y la vida de los israelitas empeoró. Ni ellos ni Moisés esperaban semejante dilema, sino una rápida liberación de la esclavitud, ya que su Dios era el poderoso Creador capaz de lo que nadie más podía hacer. ¡Qué desilusión tan devastadora! Sin embargo, Dios preparó el escenario para la liberación, y a Moisés y a Aarón para una nueva confrontación con el faraón.

COMENTARIO

El versículo para memorizar prepara el escenario para el drama que estaba a punto de desarrollarse.

Tras cuarenta años de ausencia de Egipto, Moisés entró de nuevo en el palacio (en el año 1450 a. C.), donde visitó, junto con Aarón, al faraón Tutmosis III y lo confrontaron con el mandato de Dios: "Deja ir a mi pueblo para que me adore" (Éxo. 7:16). El faraón se negó a reconocer la autoridad del Señor e incluso su existencia. Se consideraba a sí mismo un dios, adoraba a una plétora de dioses de fabricación humana y no quiso aceptar la petición del Dios vivo de los hebreos. Su arrogante respuesta definía a Egipto como una cultura pagana y materialista que adoraba a sus propios dioses en forma de ídolos. El faraón se negó a reconocer la soberanía de Dios y desafió incluso su existencia: ¿Quién es el Señor para que yo obedezca su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco al Señor, ni tampoco dejaré ir a Israel"; "¿por qué hacen cesar [hebreo: shabat] al pueblo de su trabajo?" (Éxo. 5:2, 4, 5). La palabra hebrea usada para designar a Egipto es mitsrayim, que significa "[tierra de] doble dominio", en referencia a la severa esclavitud y al uso de la autoridad para mandar, gobernar y decir a otros qué debían hacer.

En su respuesta a la petición del Señor, el faraón dijo que Moisés y Aarón pretendían detener el trabajo de los israelitas y hacerlos cesar de su labor. Según algunos comentaristas judíos y cristianos, la palabra hebrea shabat se refiere al descanso del sábado. La frase "cesar o descansar [del trabajo]" solo se encuentra aquí y en Génesis 2:2 y 3 (repetida dos veces). Curiosamente, el faraón también rechazó la petición de Moisés y Aarón de dejar marchar (de para': "dejar marchar", o "liberar") al pueblo. El verbo hebreo para' tiene las mismas consonantes que la palabra "faraón", por lo que la respuesta del rey puede ser un juego de palabras: "¿Por qué actúas como si fueras el faraón liberando al pueblo de su trabajo?"

Tutmosis III tenía dos años cuando fue puesto en el trono egipcio por un sacerdote tras la muerte de su padre, Tutmosis II, en el año 1504 a. C. Lo más probable es que aquel fuera investido para impedir que Moisés llegara a ser faraón. En aquel momento, Moisés, hijo adoptivo de Hatshepsut, tenía 26 años. Tutmosis III fue corregente con su madrastra Hatshepsut hasta 1482 a. C., cuando ella murió. En ese momento, Moisés estaba en Madián. Tutmosis III tenía 24 años cuando comenzó su reinado, ya no como corregente. Destruyó casi todos los monumentos y estatuas que llevaban el nombre o la imagen de Hatshepsut y también es conocido por sus exitosas campañas militares. Se lo considera el mayor líder militar del antiguo Egipto. También fue un destacado constructor. Tenía 56 años en la época del éxodo (1450 a. C.).

El pacto de Dios

Antes de sacar a los israelitas de Egipto, Dios les aseguró que cumpliría el pacto que hizo con Abraham, Isaac y Jacob. Prometió a sus antepasados "darles la tierra de Canaán" (Éxo. 6:4), como se menciona en Génesis 12:7 y 17:8. Dios rememoró esa promesa y, puesto que el momento apropiado había llegado, les aseguró que cumpliría el pacto que hizo con Abraham, Isaac y Jacob, y que ahora él intervendría en favor de su pueblo. El Señor animó a Moisés a declarar firmemente a Israel que la promesa divina ciertamente se cumpliría. Tal solemne declaración de certidumbre acerca de la fidelidad de Dios en el cumplimiento de lo que prometió aparece en el pasaje crucial de Éxodo 6:6 al 8.

Dios comienza su solemne declaración identificándose: "Yo soy el Señor". Mediante esta fórmula, que se repite quince veces en Éxodo, especialmente en la sección que se refiere a las plagas (Éxo. 6:2, 6, 7, 8, 29; 7:5, 17; 10:2; 12:12; 14:4, 18; 15:26; 16:12; 29:46; 31:13), el Señor proclama su íntima cercanía y su amoroso cuidado hacia su pueblo. Tales cercanía y cuidado serán reconocidos tanto por los israelitas como por los egipcios. Como lo prometió, él liberaría a su pueblo de la esclavitud en Egipto.

El Señor subraya cuatro acciones redentoras diferentes en favor de su pueblo y promete formalmente lo siguiente:

1. "Los sacaré [la forma hifil del verboyatsa' significa "hacer salir"] de debajo de las pesadas cargas de Egipto".

2. "Los libraré [la forma hifil del verbo natsal significa "rescatar", "arrancar", "liberar", "salvar"] de su servidumbre".

3. "Los redimiré [ga'al ] con brazo extendido y con grandes juicios".

4. "Los haré [laqaj: literalmente "tomar como"] mi pueblo y seré [hayah] su Dios".

Estas promesas culminan con la fórmula del pacto, que subraya la relación íntima y la unidad amorosa existente entre el Señor y su pueblo. Esta relación es el cumplimiento de la promesa hecha por Dios a Abraham (Gén. 17:7, 8). (En la liturgia judía actual de la Pascua, este pasaje bíblico desempeña un papel fundamental y es representado por cuatro copas que beben quienes celebran este acto de redención de la esclavitud en Egipto).

A continuación, por primera vez en el libro de Éxodo, el Señor proclama que "ustedes", los israelitas, "sabrán que yo soy el Señor su Dios" (Éxo. 6:7). Antes, era el Señor quien conocía la opresión, el sufrimiento y la aflicción de su pueblo, pero ahora su pueblo conocerá a su Dios.

El Señor añade dos promesas:

(1) "Los llevaré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob" (Éxo. 6:8); y

(2) "se la daré por heredad" (Éxo. 6:8).

La repetición del pronombre "yo" como identificación de Dios es la clara garantía de que su palabra se cumplirá. La fórmula "yo soy el Señor" aparece cuatro veces en Éxodo 6:2 al 8. Esta frase aparece al principio y al final de Éxodo 6:2 y 8, y dos veces en Éxodo 6:6 y 7.

Según el versículo 9, la reacción de los israelitas fue de profunda tristeza. Moisés les habló, pero estaban tan desanimados que no escuchaban las palabras tranquilizadoras provenientes del Señor. Sin embargo, las acciones redentoras de Dios estaban a punto de manifestarse como una gloriosa realidad.

APLICACIÓN A LA VIDA

1. ¿Qué lecciones puedes extraer del diálogo tan abierto, casi conflictivo, entre Moisés y el Señor? ¿Cómo afecta esto tu experiencia personal con el Señor? ¿Cómo podemos comunicarle nuestros pensamientos, sentimientos y deseos de manera sincera? ¿Cómo podemos hablar con él de nuestras emociones negativas, como la decepción, la amargura, la frustración, el odio, la envidia y la ira?

2. No creemos en el destino, en el determinismo, en el azar o en la suerte. Sí creemos en la conducción confiable de Dios cuando se la pedimos sincera y honestamente. ¿Cómo podemos aprender a confiar más en Dios y a depender plenamente de su conducción?

3. Dios no nos llama a tener éxito, sino a ser fieles. Necesitamos aceptar su llamado a hacer lo que sea necesario a fin de ser fieles testigos de él en cualquier etapa de nuestro desarrollo espiritual. Nuestro éxito y prosperidad dependen de él. ¿Cómo puedes, sin ser conflictivo, ayudar y conducir a otros a percibir las intervenciones de Dios en su vida?

4. Egipto desempeña un papel crucial en las profecías bíblicas. ¿A qué realidades de nuestra época apunta el símbolo de Egipto?

5. ¿Por qué no suelen cumplirse nuestras expectativas acerca de las intervenciones y acciones de Dios? ¿Por qué actúa él tan a menudo solamente cuando todas las esperanzas se hacen añicos?

 

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