Lección 4 | Domingo 20 de julio
DIOS VERSUS LOS “DIOSES”
Lee
Éxodo 7:8 al 15. ¿Qué lecciones se desprenden de este primer enfrentamiento entre
el Dios de los hebreos y los dioses de Egipto?
Éxo
7:8 Yahvé dijo a Moisés y a Aarón:
Éxo
7:9
"Cuando el faraón os pida algún prodigio, dirás a Aarón: "Toma
tu cayado y tíralo delante del faraón, y se convertirá en
serpiente.""
Éxo
7:10 Presentáronse, pues, Moisés y Aarón
al faraón, e hicieron lo que Yahvé había ordenado: Aarón tiró su cayado delante
del faraón y de sus servidores, y se convirtió en serpiente.
Éxo
7:11 A su vez, el faraón llamó a sus
sabios y hechiceros, y los magos de
Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos.
Éxo
7:12 Cada cual tiró su bastón y se
convirtieron en serpientes; pero el cayado de
Aarón devoró los otros cayados.
Éxo
7:13 Sin embargo, el corazón del faraón
se endureció, y no les hizo caso, como había predicho Yahvé.
Éxo
7:14 Yahvé dijo a Moisés: "El
corazón del faraón se ha obstinado; se niega a dejar salir al pueblo.
Éxo
7:15 Preséntate al faraón por la mañana,
cuando vaya hacia el Río. Espéralo a la orilla del Río, llevando en tu mano el
cayado que se convirtió en serpiente.
Las batallas venideras iban a ser entre el Dios vivo y los “dioses”
egipcios. Lo que empeoraba la situación era que el faraón se consideraba uno de
esos dioses. El Señor no luchaba contra los egipcios, ni siquiera contra Egipto
en sí, sino contra sus dioses (los egipcios veneraban a más de 1.500 deidades).
El texto bíblico es explícito al respecto: “Y ejecutaré mi sentencia contra
todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor” (Éxo. 12:12, NVI). Esto es
destacado nuevamente más adelante al relatar el viaje de Israel desde Egipto:
“El Señor también dictó sentencia contra los dioses egipcios” (Núm. 33:4, NVI).
Un ejemplo de esta sentencia contra esos dioses fue el milagro de la vara
convertida en serpiente (Éxo. 7:9-12). En Egipto, la diosa Uadyet era
personificada como una cobra y representaba el poder soberano sobre el Bajo
Egipto. La figura de esta serpiente aparecía en la corona del faraón, signo de
su poder, presunta divinidad, realeza y autoridad, ya que la diosa así
representada escupía veneno a sus enemigos. Los egipcios también creían que la
serpiente sagrada guiaría al faraón a su existencia futura tras la muerte.
Cuando la vara de Aarón se convirtió en serpiente y devoró a las otras en
presencia del rey, quedó demostrada la supremacía del Dios vivo sobre la magia
y la hechicería egipcias. El emblema del poderío del faraón no solo fue
derrotado, sino que Aarón y Moisés lo tuvieron en sus manos (Éxo. 7:12, 15). La
confrontación inicial demostró el poder y el señorío de Dios sobre Egipto. Como
representante de Dios, Moisés tenía mayor autoridad y poder que el propio
“dios” faraón.
También es significativo que los antiguos egipcios consideraran sagrado y
veneraran al dios serpiente Nehebkau (“el que domina a los espíritus”). Según su
mitología, esta deidad era muy poderosa en virtud de que había devorado siete
cobras. Dios mostró así a los egipcios que él, no el dios serpiente, es quien posee
el poder y la autoridad soberanos. Después de semejante confrontación, pudieron
comprender este mensaje de manera inmediata e inequívoca.
¿Cómo podemos permitir que el Señor sea soberano sobre cualquier “dios” que pretenda la supremacía en nuestra vida?
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