RESEÑA
Texto clave: Éxodo 9:35.
Enfoque del estudio: Éxodo 7:8-10:29.
Introducción
En nuestro estudio de esta semana, nos encontraremos con el Dios de los milagros, las señales y los prodigios que realiza. Además, consideraremos nueve de las diez plagas que él derramó como juicios divinos sobre Egipto. Presenta estos elementos a tu clase en el marco del Gran Conflicto: la batalla espiritual entre las fuerzas del bien y del mal, la luz y las tinieblas, Cristo y Satanás, el Dios vivo y los ídolos.
Esta guerra espiritual comenzó en la Tierra en el Jardín del Edén cuando Adán y Eva cayeron en pecado. Dios prometió un desenlace victorioso en esta guerra para que no fuéramos por siempre presa del mal (Gén. 3:15). Desde sus inicios, el Conflicto se ha librado entre quienes adoran al Señor y Creador y quienes adoran la Creación en sus diversas formas. La adoración dirigida al Creador libera a la humanidad de la esclavitud del pecado. La adoración dirigida a la Creación conduce a la degradación moral de la humanidad, hecha a imagen de Dios, y termina, en última instancia, en su esclavitud.
El enfrentamiento entre el Dios vivo y el faraón se intensifica en Éxodo 7:8 a 10:29. El faraón quiere demostrar que es un dios, en armonía con lo que los egipcios creían. En consecuencia, se esfuerza por desempeñar el papel de un monarca soberano que tiene el control y decide qué está bien y qué está mal. Por el contrario, Dios quiere liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto, pero desea al mismo tiempo enseñar a los egipcios quién es él y liberarlos de la esclavitud de sus dioses.
Dios no estaba en contra de los egipcios, a quienes amaba como a todas sus criaturas humanas, con amor eterno y genuino interés. Al mismo tiempo, el Señor soberano estaba en contra de los "dioses" egipcios y pretendía demostrar que eran una invención humana que conducía a las personas al temor y a la esclavitud.
Además, su objetivo principal era poner fin a esa esclavitud que los egipcios padecían a causa de su idolatría a fin de que pudieran servir al Dios viviente, creador y redentor. Sin embargo, si el pueblo egipcio continuaba asociándose e identificándose con esos falsos dioses, el juicio de Dios caería no solo sobre sus dioses, sino también sobre sus adoradores. Su idolatría persistente resultaría en su castigo y, en última instancia, en su destrucción.
El juicio de Dios contra los dioses egipcios es claramente declarado y relatado como un hecho histórico en Números 33:4. Cada plaga o juicio estaba dirigido contra múltiples dioses egipcios que cautivaban la imaginación, los pensamientos y los sentimientos del pueblo, influían en su comportamiento y su vida social, y los hacían totalmente esclavos del pecado.
A partir de entonces, el alma vivía en completa sumisión a un estilo de vida idólatra controlado por la magia y que se oponía diametralmente a la libre adoración que brota del Dios creador, vivo y amoroso.
COMENTARIO
Señales y maravillas
Éxodo 7:3 dice que el Señor multiplicaría "señales y maravillas" ante todo el pueblo para que entendieran quién era él. Este es el único texto de Éxodo en el que se combinan los términos "señales" y "maravillas". La palabra traducida como "señal" , o "señales" , aparece 16 veces en el libro de Éxodo (Éxo. 3:12; 4:8 [dos veces], 9,17, 28, 30; 7:3; 8:19; 10:1, 2; 12:13; 13:9,16; 31:13,17). En estos casos, se utiliza para enfatizar dos cosas: a saber, que Moisés realizaría diferentes prodigios ante el faraón (Éxo. 10:1, 2), y que la sangre de la Pascua sería una señal de vida en virtud de la cual el ángel destructor pasaría por alto las casas de las familias que estaban bajo su protección (Éxo. 12:13). El término "maravilla" es utilizado en referencia a lo que Dios haría ante el faraón a pesar del endurecimiento de su corazón (Éxo. 4:21). En el contexto de las plagas, este término es estructuralmente crucial porque aparece dos veces al principio de nueve plagas (Éxo. 7:3, 9) y dos veces al final de la novena (Éxo. 11:9,10).
Las plagas tienen ciertas características significativas:
1. Las nueve primeras pueden dividirse en tres grupos de tres plagas cada uno. La décima plaga es única y está separada del resto. El pueblo necesitaría un tiempo y una provisión especiales para afrontarla.
2. Las primeras nueve plagas afectaron a los tres hábitats creados por Dios en Génesis 1: los cielos (séptima, octava y novena plagas), la tierra (tercera, cuarta, quinta y sexta plagas) y las aguas (plagas primera y segunda). En conjunto, estas plagas aludían a la reversión de la Creación.
3. Las primeras nueve plagas siguieron un patrón de intensificación progresiva, haciéndose cada vez más severas con el paso del tiempo y a medida que el faraón se negaba obstinadamente a dejar marchar al pueblo de Dios para que pudiera adorar libremente a su Señor y Creador. Las tres primeras plagas fueron leves, breves y no causaron la muerte. Las tres plagas siguientes (cuarta a sexta) fueron más graves y dañinas, ya que destruyeron el ganado y afligieron a los seres humanos con llagas. Las tres plagas siguientes (séptima a novena) fueron más devastadoras, pues provocaron la muerte de hombres y animales, pero también la destrucción de las cosechas.
4. En general, cada plaga fue derramada después de una clara advertencia y exhortación a aceptar el mandato del Señor. Cada plaga resultó sorprendente, pero la devastación fue anunciada de antemano y podía ser evitada. Hubo una advertencia excepcional antes de las dos primeras plagas y de la décima, pero no faltaron los claros avisos antes de las plagas cuarta, quinta, séptima y octava.
5. Antes de las plagas tercera, sexta y novena hubo poca o ninguna confrontación con el faraón.
6. Las tres primeras plagas cayeron sobre los egipcios y los israelitas, pero las restantes fueron derramadas solo sobre los egipcios.
7. Dios realizó un milagro ante el faraón antes de que ocurriera la primera plaga: El bastón de Aarón se convirtió en una serpiente que devoró las serpientes de los magos. Sin embargo, "el corazón de Faraón se endureció" (Éxo. 7:13).
8. La última plaga fue la más destructiva, pues cada familia que no estaba bajo la protección de la sangre del cordero se vio afectada por la muerte de su hijo primogénito. Antes de que cayera la última plaga, Dios, en su misericordia, dio al pueblo tres días de oscuridad para la reflexión y el arrepentimiento, así como instrucciones para evitar la devastación final.
9. El registro bíblico declara que fue recién después de la sexta plaga cuando "el Señor endureció el corazón de Faraón" (Éxo. 9:12; ver también Éxo. 10:1, 20, 27; 11:10; 14:4, 8,17). Durante las primeras cinco plagas, fue el faraón quien endureció su corazón (Éxo. 7:13,14, 22; 8:15,19, 32; 9:7, 35). Antes del relato acerca de las diez plagas. Dios anunció dos veces que endurecería el corazón del gobernante (Éxo. 4:21; 7:3).
10. Los magos solo pudieron imitar las dos primeras plagas. Cuando se produjo la tercera, afirmaron acertadamente: "Dedo de Dios es este" (Éxo. 8:19). Más tarde, ellos mismos sufrieron a causa de los tumores (Éxo. 9:11; ver también la insistencia de los "siervos" o funcionarios del faraón; Éxo. 10:7).
11. Las plagas pueden ser agrupadas en pares: la primera y la segunda estaban relacionadas con el río Nilo; la tercera y la cuarta tuvieron que ver con insectos voladores (mosquitos y moscas); las plagas quinta y sexta fueron parecidas, ya que la peste afectó a los animales, mientras que los tumores afligieron a los seres humanos; las plagas séptima y octava describen los daños infligidos a las cosechas; las plagas novena y décima estuvieron relacionadas con las tinieblas: una con la oscuridad física y la otra con las tinieblas finales, es decir, la muerte de los primogénitos.
12. Es interesante notar que el Señor exhortó específicamente a Faraón siete veces para que dejara ir a su pueblo (Éxo. 5:1; 7:16; 8:1, 20; 9:1,13; 10:3) y usó en una ocasión una frase condicional negativa: "Si no dejas ir a mi pueblo, enviaré..." (Éxo. 8:21). El faraón consintió después de la segunda, cuarta, séptima y novena plagas (Éxo. 8:8, 25-28; 9:28; 10:24), pero se negó finalmente a dejar que el pueblo fuera a adorar al Señor (Éxo. 8:15; 8:32; 9:35; 10:27). Incluso pidió a Moisés que orara para poner fin a determinadas plagas y que rogara también por él (Éxo. 8:8, 28; 9:28; 10:16,17). Solo después de la décima plaga llamó a Moisés y a Aarón y les ordenó: "Salgan de en medio de mi pueblo ustedes y los israelitas. Vayan a servir al Señor, como han dicho. Lleven también sus ovejas y sus vacas, como han dicho. Márchense, y bendíganme a mí" (Éxo. 12:31, 32).
Como hemos dicho, todas estas calamidades estaban relacionadas con el juicio de Dios contra los dioses egipcios y contra quienes se aferraban a ellos. No se debe pasar por alto el hecho de que en medio de todos estos juicios divinos se encuentra una declaración acerca de la poderosa presencia de Dios en la tierra de Egipto. Él quería dejar claro que había una diferencia entre quienes lo siguen y quienes se oponen a él: "Si no dejas ir a mi pueblo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas. [...] Y en ese día yo apartaré la tierra de Gosén, donde habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella; a fin de que sepas que yo soy el Señor en medio de la tierra” (Éxo. 8:21, 22).
El profeta Isaías habla del amor de Dios y de sus planes futuros para Egipto con palabras asombrosas: "En ese tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria. Asirios entrarán en Egipto, y egipcios en Asiría; y los egipcios servirán con los asirios al Señor. En ese tiempo Israel será uno de los tres, con Egipto y con Asiría; y serán una bendición en la tierra. Porque el Señor Todopoderoso los bendecirá, diciendo: ‘Bendito Egipto, mi pueblo; el asirio, obra de mis manos; e Israel, mi heredad' " (Isa. 19:23-25).
El endurecimiento del corazón del faraón
El endurecimiento del corazón del faraón fascina a los estudiosos de la Biblia. Debe subrayarse el hecho de que Dios no determinó de antemano las decisiones del faraón, sino que estas fueron suyas. No estaba predestinado a negarse obstinadamente a seguir las instrucciones de Dios y ser condenado a la perdición. Dios da libertad de elección a cada individuo y permite que las personas respondan a su mensaje de amor y a su ofrecimiento de gracia. Él no obliga a los seres humanos a serle obedientes o desobedientes.
El estudio textual completo acerca del endurecimiento del corazón del faraón (ver el punto 9 de la sección anterior) arroja el siguiente resultado: En el proceso de endurecimiento, primero fue el propio faraón quien se negó obstinadamente a humillarse ante Dios (Éxo. 10:3). Fue su decisión, su desobediencia voluntaria, lo que lo hizo colocarse a sí mismo más allá de la gracia divina. Su carácter quedó fijado. El llamado divino a que permitiera a los israelitas adorar al Dios viviente no hizo más que atizar el fuego de la rebelión que ya ardía en su corazón contra el Todopoderoso y su siervo Moisés.
APLICACIÓN A LA VIDA
1. Se acumulaban las pruebas de que el Señor era un Dios soberano que quería liberar a su pueblo y sacarlo de Egipto. ¿Qué hay en nuestros corazones y en nuestras vidas que puede hacer que rechacemos obstinadamente todas las exhortaciones de Dios a arrepentimos y seguirlo?
2. ¿Qué tiene de atractiva la idolatría? ¿Por qué fue tan difícil para los egipcios romper con ella, incluso después de ver la devastación que traía consigo?
3. Los seres humanos son ingeniosos a la hora de crear sus propios ídolos. Prácticamente cualquier cosa puede transformarse en un ídolo. ¿Qué es un ídolo? ¿Cómo creamos nuestros propios dioses y nos postramos ante ellos? ¿Qué ¡deas están detrás de un comportamiento tan denigrante? ¿Por qué Dios se opone con tanta vehemencia a la idolatría?
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