Lunes 21 de julio | Lección 4
¿QUIÉN ENDURECIÓ EL CORAZÓN DEL FARAÓN?
Lee
Éxodo 7:3, 13, 14 y 22. ¿Cómo entendemos estos textos?
Éxo
7:3 Yo endureceré el corazón del faraón,
y multiplicaré mis signos y prodigios en el país de Egipto.
Éxo
7:13 Sin embargo, el corazón del faraón
se endureció, y no les hizo caso, como había predicho Yahvé.
Éxo
7:14 Yahvé dijo a Moisés: "El
corazón del faraón se ha obstinado; se niega a dejar salir al pueblo.
Éxo
7:22 Pero los magos de Egipto hicieron
lo mismo con sus encantamientos, y el corazón del faraón se obstinó y no les
hizo caso, tal como había dicho Yahvé.
El endurecimiento del corazón del faraón es atribuido a Dios nueve veces en
Éxodo (Éxo. 4:21; 7:3; 9:12; 10:1, 20, 27; 11:10; 14:4, 8; ver también Rom.
9:17, 18). Otras nueve veces se dice que fue el gobernante egipcio mismo quien
endureció su propio corazón (Éxo. 7:13, 14, 22; 8:15, 19, 32; 9:7, 34, 35).
Entonces, ¿quién endureció el corazón del rey: Dios o el propio faraón?
Es significativo que, en la historia de las diez plagas del Éxodo, el
faraón fue el único responsable del endurecimiento de su corazón en cada una de
las primeras cinco. Por lo tanto, él inició el endurecimiento de su propio
corazón.
Sin embargo, a partir de la sexta plaga, el texto bíblico afirma que fue
Dios quien endureció el corazón del faraón (Éxo. 9:12). Esto significa que Dios
fortaleció o profundizó la propia decisión del faraón y su actuación
voluntaria, como lo había anunciado a Moisés (Éxo. 4:21).
En otras palabras, Dios envió plagas para ayudar al faraón a arrepentirse
y liberarlo de su confusión mental y sus errores. Dios no aumentó la maldad en el
corazón del faraón, sino que simplemente lo dejó en libertad de ceder a sus propios
impulsos malignos. Ya sin la gracia restrictiva de Dios, el gobernante egipcio
quedó a merced de su propia maldad (ver Rom. 1:24-32).
El faraón tenía libre albedrío. Podía aceptar a Dios o rechazarlo, y
decidió rechazarlo.
Las lecciones que se desprenden de esto son obvias. Se nos ha dado la
capacidad de elegir entre lo correcto y lo incorrecto, entre el bien y el mal,
entre la obediencia y la desobediencia. Desde Lucifer en el Cielo y hasta
nosotros hoy, pasando por Adán y Eva en el Edén y el faraón en Egipto, solo hay
dos elecciones posibles: la vida o la muerte (Deut. 30:19).
De acuerdo con una conocida analogía, el mismo Sol que derrite la
mantequilla endurece la arcilla. El calor del Sol es el mismo en ambos casos,
pero hay dos reacciones diferentes y dos resultados distintos en respuesta a
él. El efecto depende del material. En el caso del faraón, su respuesta
dependía de las actitudes de su corazón hacia Dios y su pueblo.
¿Qué decisiones tomarás en los próximos días haciendo uso de tu libre albedrío? Si sabes cuál es la decisión correcta, ¿cómo puedes prepararte para tomarla?
Comentarios
Publicar un comentario