Miércoles 22 de mayo: La crianza como formadora de discípulos Dios llamó a Abraham para que fuera maestro de su palabra, lo escogió para que sea padre de una gran nación, porque vio que instruiría a sus hijos y a su casa en los principios de la ley de Dios. El poder de la enseñanza de Abraham se debió a la influencia de su vida. Formaban parte de su casa más de mil personas, muchas de las cuales eran jefes de familia y no pocas recién convertidas del paganismo. Semejante casa necesitaba que una mano firme manejara el timón. Los métodos débiles y vacilantes no servían. Dios dijo a Abraham: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí”. Sin embargo, ejercía su autoridad con tal sabiduría y ternura que cautivaba los corazones. No será menos eficaz hoy la enseñanza de la Palabra de Dios cuando halle un reflejo tan fiel como ese en la vida del maestro. (La educación, p. 218) Elí era un buen hombre, de moral pura; pero era demasiado indulgente. Causó el desagr