Jueves 31 de octubre: El Ejemplo de Nehemías Mientras los ojos de cada obrero se dirigían con frecuencia a Nehemías, listos para prestar atención a la más leve señal, esos ojos y corazones se elevaban también a Dios, el gran Director de toda la obra, Aquel que había puesto en el corazón de su siervo el deseo de edificar. Y a medida que se fortalecían la fe y el valor en su propio corazón, Nehemías exclamaba, y sus palabras, repetidas una y otra vez, como vían los corazones de los obreros a lo largo de toda la línea: "El Dios de los cielos, él nos prosperará". Nehemías y sus compañeros no rehuyeron el trabajo duro, ni se excusaron del servicio penoso. Ni de noche ni de día, ni aun durante el breve tiempo usado para dormir, se quitaban la ropa, o aun colocaban a un lado su armadura. "Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía (Servicio cristiano, pp. 219, 220). No hay nada que debilite la fortaleza de la iglesia como el orgullo y