SÁBADO 10 DE AGOSTO: Jesús y los necesitados Cristo, el resplandor de la gloria del Padre, vino al mundo como su luz. Vino a representar a Dios ante los hombres, y de él está escrito que fue ungido “de Espíritu Santo y de potencia” y “anduvo haciendo bienes”. En la sinagoga de Nazaret dijo: “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados: para predicar el año agradable del Señor”... Esta es la obra que el profeta Isaías describe cuando dice: “¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia”. (Palabras de vida del Gran Maestro