Jueves, 30 de enero: Humilde y agradecido El deseo de glorificar a Dios fue el más poderoso de todos los motivos en la vida de Daniel. Comprendía que cuando estaba en la presencia de hombres influyentes, una falla en reconocer a Dios como el origen de su sabiduría lo hubiera convertido en un mayordomo infiel. Y su constante reconocimiento del Dios del cielo delante de reyes, príncipes y estadistas, no disminuyó su influencia en lo más mínimo. El rey Nabucodonosor, delante de quien Daniel honró con tanta frecuencia el nombre de Dios, finalmente se convirtió plenamente, y aprendió a engrandecer y glorificar "al Rey del cielo" (RH 11-1-1906). El rey que ocupaba el trono de Babilonia se convirtió en un testigo de Dios que dio un testimonio cálido y elocuente, que brotaba de un corazón agradecido que estaba participando de la misericordia y la gracia, de la justicia y la paz, de la naturaleza divina (Yl 13-12-1904). (Comentario Bíblico Adventista, t. 4, pp. 1191, 1192)